Por Alvaro Alemán
1 El reciente estreno de la adaptación cinemática de “La mujer maravilla” representa una fase novedosa del género del superhéroe—una narrativa que forma parte de una globalización cultural con al menos tres décadas de esfuerzos de concebir la heroicidad a escala planetaria.
2 Si bien las primeras representaciones super heroicas exploran la fantasía masculina adolescente de poder y anonimato en la medida en que transfieren la llamada edad de oro de la historieta a la pantalla (recreando, de esa manera, la “ingenuidad” narrativa que encuentra su corolario discursivo en el mito clásico), el género pasa en poco tiempo a una segunda y decisiva fase en la que, siguiendo la fórmula de la edad de plata, juega todo su ascendente capital en alza a favor de un “realismo” fundamentalmente tecnológico.
3 En otras palabras, el género del superhéroe cinemático, como también fue el caso a nivel de las historietas en la década de los sesenta del siglo pasado, afinca sus esperanzas de relevancia por un lado sobre un humanismo recalentado sobre la lumbre de la guerra fría (“con gran poder viene gran responsabilidad”) y por otro sobre el avance tecnológico (representado por un lado por una tecnología de reproducción de colores avanzada y por otro, por la producción gráfica digital). Pasamos en breve entonces, en esta periodización, de un arte narrativo precario pero imbuido del vitalismo de la creación mass mediática en su período heroico (piensen en las películas de Superman de los 80 con Christopher Reeve y también la trilogía de Tim Burton sobre Batman), a un momento de “realismo” que aspira a incorporar los anhelos aspiracionales de audiencias a la vez desencantadas y creyentes (Véase la obra de Sam Raimi del Hombre Araña a principios del milenio).
4 Si la progresión se decanta en esas coordenadas—a la vez una síntesis acelerada de la trayectoria fábula/romance—realismo—(pos)modernismo—entonces habría que añadir, en esta breve taxonomía, un (pos)modernismo super heroico, aquel que recoge y traslada a la pantalla la obra de Frank Miller (Dark Knight returns/Sin City), de Alan Moore (Watchmen, La liga de caballeros extraordinarios) y con ellos la larga lista de autores y personajes que, hoy por hoy engrosan las bóvedas de propiedad intelectual de los dos conglomerados globales que mantienen su hegemonía sobre la fórmula del superhéroe y que recirculan hoy por hoy en clave irónica.
(…)
Puedes leer el artículo completo en este vínculo.
0 comentarios