¡Uyuyuy! ¡Atatatay!
Acabo de leerla en Quito. Como buen estudiante de literatura, colombiano y vecino de la vaina caleña, en una conventual Popayán, leí novelas de Hernán Hoyos. Eran libros cuya desafiante sexualidad de piernas abiertas comentábamos con el crítico irreverente Bruno Mazzoldi en los patios de la Universidad del Cauca.
Hernán Hoyos se vendía como pandebono caliente, pues a nadie se le había ocurrido escandalizar ( “epater la bourgeoisie” nos explicaba Bruno) a la “godarria” o conservatismo colombiano. Por esos días se hablaba de Hernán Hoyos como también de “Octavio Paz” un doble caleño que repartía su poesía semejante a la de Octavio Paz, el poeta Nobel mejicano. Se decía que la estrategia literaria de Hernán Hoyos era meramente comercial y no descarto tan “protervos” propósitos que exhibían todo el arsenal pornográfico entreverado en narraciones muy bien logradas que leíamos como lectores delincuentes o depravados.
Ahora la recién bautizada editorial El Fakir, de César Salazar, Álvaro y Gabriela Alemán, se ha propuesto publicar a autores anticanónicos y cuasiolvidados.
He regresado al tiempo de estudiante temeroso y me he leído la novela paródica 008 contra Sancocho. En ella Hernán Hoyos, octogenario que abandonó la literatura y trabaja de mecánico, deja ver a un consumado conocedor de la novela policíaca y a un excelente narrador paródico, hilarante por todos los costados. A estas alturas de la vida, su contenido pornográfico no tiene el efecto de literatura para “viejo verde”, sino una muestra marginal de novela cali-ente bien facturada en la que Sancocho, un gigante asesino aparece al final de la novela, fulminado por la Beretta “olorosa a pólvora” del héroe de lengua lujuriosa, agente Jaime Abondano.
Iván Ulchur Collazos
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